Pietro Santi Bartoli, también conocido como Piersanti Bartoli, nació en Perugia en 1635 y dejó un legado perdurable en el mundo del arte como pintor, grabador y anticuario italiano. Su vida y obra están impregnadas de un profundo amor por la historia y la estética clásica, destacando como uno de los exponentes más brillantes de su tiempo.
Desde una edad temprana, Bartoli mostró un talento excepcional para las artes visuales. Tras establecerse en Roma, se convirtió en discípulo de distinguidos maestros como Jean Lemaire y Nicolas Poussin. Aunque comenzó su carrera como pintor, pronto redirigió su enfoque hacia el grabado y la labor de anticuario, áreas en las que dejó una huella indeleble.
Inspirado por la tradición aguafortista iniciada por Marcantonio Raimondi, Bartoli se destacó por sus reproducciones de la escultura clásica. Sus grabados no solo fueron admirados en su época, sino que también se convirtieron en herramientas indispensables para los estudios académicos posteriores. La meticulosidad y la precisión con las que capturaba los detalles de los monumentos romanos le valieron reconocimiento y admiración en toda Europa.
Una de las obras más destacadas de Bartoli es "Admiranda Romanorum Antiquitatum" (1693), una colección monumental de imágenes que retratan los esplendores arquitectónicos de la Roma antigua. Estos grabados no solo son testimonios históricos, sino también obras de arte en sí mismas, que reflejan la majestuosidad y el esplendor de una civilización perdida.
Además de su brillante carrera como grabador, Bartoli se distinguió como anticuario, desempeñando funciones destacadas como anticuario del Pontífice, de la reina Cristina de Suecia en Roma y del Senado Romano. Su profundo conocimiento de la historia y su habilidad para identificar y preservar artefactos antiguos lo convirtieron en una figura respetada y solicitada en los círculos más influyentes de la época.
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